Cuando uno es adolescente, cría sueños y abraza esperanzas para su vida. Unos se imaginan trabajando en algún banco importante, y tomando vacaciones en alguna playa internacional. Otros se alucinan vestidos de blanco operando a alguien en el quirófano, y llegando a las 6pm a su residencia de 300m2 en una zona exclusiva. Y no falta quienes dicen:
“yo seré el próximo presidente de la república”. ¿Verdad?
Imagínate que ahora tienes 20 años y ya quieres trabajar en aquel banco. Entonces en respuesta a su convocatoria presentas tu currículo vitae. ¿Te llamarán o no? Depende de tu currículu y de lo que el banco exige. Pero si ni estudios tienes, ¡ya fuiste!
Siguiendo la misma ilustración, imagínate que el dueño de una importante compañía es tu tío. Entonces sin currículo ni 8/4 te llama y te dice: “quiero que vengas a trabajar conmigo. Quiero que seas mi gerente de personal”. Es más, te dice que un puesto así merece 2,000 soles, pero como eres su sobrino te pagará 2,400 soles. ¿Cuál sería tu reacción? Seguro que al día siguiente celebrarías hasta las últimas consecuencias la tan grata sorpresa de la vida. Pero sabes, tu alegría se terminaría el primer día de trabajo. Porque ¿cómo prepararías las planillas?, ¿cómo harías un análisis de puesto?, ¿qué criterios usarías para un programa de capacitación continua?, etc. Y si tu tío por cariño y consideración no te despide (o echa), seguro que a los pocos meses la compañía se declararía en quiebra.
Una vez más… factor preparación. Si no estás preparado, no podrás tomar las oportunidades que Dios te da en la vida. En este caso, no fue la crisis que te impidió salir adelante, sino la falta de preparación. Y sabes, en nuestra América Latina los pobres son la gente menos preparada. Y lo peor es que los gobiernos no entienden o no quieren entender. Prefieren regalar ropa y comida a los pobres (y ganarse unos votos más) en lugar de proveerles educación de primera. Y para remate, muchos de ellos prefieren que les regalen ropa y comida en lugar de educación. Es decir, no se dan cuenta que su real necesidad es de educación, y que una vez educados podrán comprarse toda la comida y ropa que quieran.
La vez pasada encontré una familia muy humilde. Mi preocupación por ellos era que no podían pagar los estudios de su hijo. La razón: el papá no gana lo suficiente. Pero después de conversar y conversar con ellos me di cuenta que eso era falso. Me indigné de cómo usaban su creatividad para levantar fondos para pagar una fiesta, pero no para pagar los estudios de su hijo (que en suma, casi podían pagar todo un año de estudio con ese dinero). Entonces me dije: “Es que ellos no son conscientes de la necesidad urgente de prepararse”.
Si tu familia puede pagarte tus estudios, salta sobre un pie y da gracia a Dios, porque eres un afortunado. Pero si no pueden, por favor afina tu creatividad para levantar fondos.
El que no se prepara está frito en la vida. Esa es la regla en este nuevo siglo. Ya no es como en los años 60, donde sólo se necesitaba saber leer y escribir. El que viola esta regla sólo encontrará trabajos que impliquen fuerza física, y eso… si un robot no lo reemplaza.
Muchos años antes de entrar al 2000 nos decían que no podríamos pasarla sin una carrera profesional, hablar inglés y saber computación. ¿Saben lo que pasa? Ya pasamos el año 2000 y todos los que no reúnen estos tres requisitos no están tan bien que digamos.
Las exigencias de preparación son abrumadoras. Se dice que para el año 2021, los triunfadores deberán tener un coeficiente intelectual de inventor, una alta capacidad administrativa y un alto sentido de moral. Y los ejecutivos de alto vuelto del 2020, según Peter Drucker, deberán tener tres carreras profesionales, hablar cuatro idiomas y tener un conocimiento cultural del mundo.
Bueno, pues… prepárate para vivir. Sino, ya sabes.