¡Piensa en un líder global, y te mostraré a un bloguero! Estoy seguro de que leíste sus libros, y estuviste en primera fila en sus conferencias, pero ni te diste cuenta de que admirabas a un bloguero.

Muchos de estatura local siguieron esa tendencia, pero abandonaron sus blogs luego de un fugaz enamoramiento con el cyber espacio. Se convencieron de su incompatibilidad al sexto post y colgaron el mouse.

Pensando en ellos, y en los miles que de oídas han oído sobre blogs, me permito la siguiente persuasión.

Primero; la mayoría de sus seguidores —en especial los jóvenes— visitan frecuentemente otros blogs, incluso están suscritos. Los más espirituales siguen al líder de moda y se comen todo lo que postean. Pero, ¿qué están recibiendo de su líder directo y de la congregación a la que diezman?

Segundo; ¿qué pasa si uno de los fieles no pudo ir a la reunión de fin de semana? ¡Pobrecito, se perdió un gran mensaje! Pero si su líder mantiene un blog, seguramente allí encontrará lo medular de sus sermones semana a semana. ¡Hasta podrá estar al tanto —latido a latido— del corazón de su líder y de todo lo que visiona minuto a minuto!

Tercero; al fin cumplirá el desafío de ministrar a tiempo y fuera de tiempo. «A tiempo» lo hace los domingos y algunas noches de entre semana. ¿Pero fuera de tiempo? ¡A la media noche, por ejemplo? ¡O cuando está de vacaciones? ¡O cuando está de retiro? ¡O cuando está ministrando en otro lugar? ¡Humanamente, es imposible que pueda ministrar 24 x 7! Pero lo que es humanamente imposible, es posible manteniendo un buen y rico blog.

Cuarto; es bastante probable que los oyentes tengan preguntas sobre el tema del mensaje, pero tendrán que suponer alguna respuesta o contentarse con la interpretación de algún otro. Pero si el líder tiene un blog, podría responder cada pregunta, guiar cada inquietud y aclarar cada sospecha —además de retroalimentarse él mismo y afinar su estilo comunicacional—.

Espero que estos cuatro argumentos sea más que suficiente para persuadirte a empezar un blog, ya que tienes algo decir y ovejas que cuidar y una «tribu» que guiar. —Y si deseas mi ayuda, clic aquí.