Doble ciudadanía

De un verdadero discípulo de Jesús, se espera que en la iglesia sea buen feligrés. En el centro de estudios, buen estudiante. En el centro de trabajo, buen colaborador. En el barrio, bueno vecino.

¿Y en la nación? ¡Buen ciudadano!

Una de las maneras de ser un buen ciudadano es participando en un partido político; con mayor razón si tu vocación te impela a laborar en el aparato estatal.

Pero tiene que ser una participación con voz y voto, no solo con tu firma —en las últimas elecciones internas, apenas el 8% de los inscritos emitieron su voto—. Y tiene que ser un voto inteligente, más aún si tiene doble ciudadanía —la celestial—.

¡Qué inmensa obra de servicio al país sería una inteligente votación en las internas de un partido político!

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