Te comparto 3 pasos efectivos sobre cómo quitar un dolor del alma. Si no te funciona el primero, pasa al segundo. Y si el segundo no funciona, pasa al tercero —el más efectivo.

Paso 1. Llora todo lo que puedas.

Reflexión: Llorar es como bañar el alma; al final quedas como nuevo.

Aplicación: Platica con Dios con lujo de detalle sobre lo que sientes, por qué lo sientes así, qué pasó para que te sientas así, y cuáles fueron las palabras que más te hirieron. Y llora en Su presencia hasta quedarte sin lágrimas.

Ejemplo: Ana derramando su alma en oración (1Sam 1:1-18).

Paso 2. Habla transparentemente con alguien.

Reflexión: Hablar con otros a cara descubierta es como liberar el alma; al final, quedas libre como el ave.

Aplicación: Habla con alguien a quien respetas y te respeta, y cuéntale transparentemente cómo te sientes, por qué te sientes así, qué pasó para te sientas así, y cuáles fueron las palabras que te hirieron. Si aún te quedan lágrimas, vácialas mientras lo cuentas.

Ejemplo: Santiago recomendando la confesión unos a otros (Santiago 5:16).

Paso 3. Escríbelo en un poema.

Reflexión: Escribir es el medio por excelencia para descargar el alma de cargas pesadas, sean buenas, malas o feas; al final quedas descargado.

Aplicación: Escribe cómo te sientes y por qué te  sientes así, y qué cosas pasaron para que te sientas así. Que sea lo más poético y universal que puedas —si nunca escribiste poesía, ¡aprende pues!—. Una semana después, rómpelo si quieres; o guárdalo, si crees que podría ser materia prima para tu primer libro.

Ejemplo: David escribiendo el salmo de un arrepentido (Sal 51:1-19).