
¡Qué victoria es reconciliar la vida espiritual con el trabajo cotidiano, y más aún volverlas en el cara y sello de la misma vida! Lo contrario es una pesada carga de frustración.
¿Porqué trabajas en lo que trabajas?
- Muchos trabajan por Comer.
- Otros trabajan por Dinero.
- Pocos trabajan por Servir.
- Poquísimos trabajan por Realizarse.
¿Cuál es el precio de tu trabajo?
- Si trabajas por comer: Sudor; «Con el sudor de tu frente comerás» (Gén 3:19).
- Si trabajas por dinero: Servilismo; «No podéis servir a dos señores» (Mat 6:26).
- Si trabajas por servir: Aprendizaje; «Por lo que padeció, aprendió obediencia» (Heb 5:8).
- Si trabajas por realizarte: Ministerio; «Hay de mí si no predico el evangelio» (1Cor 9:16).
¿Cuál es la recompensa de tu trabajo?
- Si trabajas por comer: Sobrevivir (Gén 3:19).
- Si trabajas por dinero: Disolución (Mat 6:26).
- Si trabajas por servir: Preparado (2Tim 2:21).
- Si trabajas por realizarte: Un Nombre (Mat 20:26; Pro 22:1).
Seguro que hay otras preguntas más, pero empecemos con éstas.
¿Quieres compartirnos tu experiencia?