Cada fin año y comienzos del nuevo, nos ponemos nostálgicos por lo que pasó en nuestro calendario. Solemos recontar logros, lamentar errores, y planear el siguiente año.
Es un hábito muy bonito, pero muy tarde.
En la década pasada, quizá muy loable. Pero hoy, con toda la tecnología actual disponible, es muy tarde.
Enviar un documento a la otra parte del mundo pasó de «un día en avión» a «un par de clics». Una beca en la mejor universidad del mundo, de ausentarse de tu tierra por meses a una docena de noches frente a una pantalla en horario al escoger y popcorn al lado. Convocar a los mejores del mundo para un proyecto, de migrar varias familias hacia la capital del mundo a un puñado de talentosos colaborando virtualmente y en tiempo real. Conocer Tierra Santa, de desaparecer de casa después de ahorrar hasta el taxi a unos minutos de realidad virtual con experiencia garantizada.
La tecnología actual es de aceleración en todas las áreas de la vida.
Hoy es posible acelerar procesos, sin quemar etapas, debido al contexto que vivimos: conectividad global, inteligencia artificial y realidad virtual.
Y realmente, no es algo nuevo. ¡Ya estaba escrito!
Cuando era niño, en el siglo pasado, creía que «el tiempo se acortará» de las profecías de Jesús (Mat 24:22) significaba que el segundero del reloj correría más rápido. Cuando empezó a salirme barbilla, me di cuenta que se refería al afán y ansiedad que nos atrapa en una burbuja que hace que ni sintamos, ni contabilicemos, el tiempo. Pero ahora que procuro usar toda la tecnología disponible para llevar el evangelio, siento que nuestro Señor quiso explicar «la ciencia se aumentará» de Daniel (Dan 12:4).
Veo cumplirse estas profecías cuando me entero que proyectos que se han servido de tecnologías exponenciales han logrado en 5 años lo que antiguamente tomaba 50 años.
También, cuando veo autores que publican tres libros al año. A otros, sin tecnologías, les tomaría 3 años.
Y finalmente, veo cumplirse la profecía en la propuesta de planeamiento de los más grandes autores del management. Ellos dicen: el año ya no es de 12 meses, sino de 12 semanas.
La idea es tomar la primera semana del trimestre para planear, y las siguientes 12 para ejecutar. —Ya que cada trimestre tiene 13 semanas.
Por ello, esperar diciembre para revisar lo que pasó y planear el siguiente, es tarde. Lo más apropiado es revisar cada tres meses.
El Señor nos puso en este tiempo, y en este contexto, a fin de servir al vecino y al mundo entero lo que él nos ha dado . Una manera de redimir el tiempo (Efe 5:16) es usar tecnologías exponenciales, y así planear cada trimestre.
Espero que esta reflexión te haya animado, y no asustado.