Rebeldes con causa

¡Chic@ que no es rebelde, tiene un mal genético!

No debería asombrarte ser llamado rebelde. Más bien debería extrañarte si no te llamaran así.

Todo muchacho tiene dentro suyo “un fuego” que lo impulsa a hacer cosas inusuales. Cosas que otros no se atreven a hacer.

Rebeldes con causa
© Fanfo – Fotolia.com

Esas inusualidades implican romper reglas, que si no son soportados por motivos correctos, conlleva a la ruina de la propia vida y la de los seres queridos.

Muchos probaron un poco de droga, sólo para ingresar al círculo de la mayoría. Otros bebieron un poco de cerveza sólo para parecer normales. Y varios empezaron a fumar sólo para sentirse miembros del club de humanos. ¡Y ahora son adictos a ella! ¿Qué los llevó a enrolarse en esas cosas? Simplemente rebelarse contra los consejos como “a la droga dile no”, “fumar es dañino para la salud” y “beba con moderación”.

Pero también hay los rebeldes que rompen reglas de fracaso estadístico familiar. También los que se sublevan contra el promedio de mediocridad cultural.  No quieren ser uno más del montón. No se resignan a ideales baratos.

Es en la adolescencia cuando levantamos los ojos para buscar a quién entregarle nuestra rebeldía. Si un buen líder se cruza en tu camino, con toda seguridad te conviertes en un precursor de tu propio éxito. Y si es un mal líder, probablemente termines en la cárcel, sea física o mental.

Los responsables naturales de encaminar a los chicos son los padres. No es el profesor de la escuela. Tampoco un familiar cercano. Mucho menos el pastor de la iglesia donde asiste.

Cuando los padres no guían la rebeldía de sus hijos, entonces se buscan a otro que quiera hacerlo. ¡Y qué triste si se tropiezan con un mal líder!

En un reportaje de televisión se dijo que muchos chicos se meten en pandillas porque carecen de la guía y dirección de sus padres (viven sin papá, y la mamá sale a trabajar). Y las chicas se embarazan sin querer queriendo por la misma razón. ¿Qué pasó? Los chic@s encontraron a otro líder.

Te desafío a conocer al más grande de los líderes. El único que puede encausar tu rebeldía hacia causas justas. El único que puede darte una razón para vivir, y también para morir. Su nombre es Jesús.

Ahora mismo pídele al Jesús que sea tu líder, y síguelo todos los días, y aprende de él todos los días.

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