Cambió perfectiblemente mis pañales.
Degusté su coraje,
cuando fracasé intentando cambiar al mío,
y su autoaprendizaje,
cuando acierto ahora cambiando los suyos.
Cuidó soñolientamente mis trasnoches.
Saboreé su sacrificio,
cuando sonambulié intentando cuidar al mío,
y su autonegación,
cuando resucito ahora cuidando los suyos.
Soportó cariñosamente mis impertinencias.
Absorbí su paciencia,
cuando perdí intentando soportar al mío,
y su automotivación
cuando gano ahora soportando los suyos.
Cinceló cirujanamente mis inseguridades.
Aspiré su fortaleza,
cuando sufrí intentando cincelar al mío,
y su autorización,
cuando gozo ahora cincelando los suyos.
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Maravilloso
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