Todo estaba bien. Tal cual esperaba. Todo previsto. Sin contratiempos. Matemáticamente, todo cuadraba.
Así pasó la semana, y otra semana más, bailando mañana, tarde y noche a este ritmo, y entonces empecé a sospechar por algo raro.
¡No podía creer que no hayan problemas!
¿O será que me volví extremadamente bueno en planificación estratégica y táctica?
Revisé otra vez los fundamentos de mi vida, y rápido saltó a flote mis aspiraciones pendientes de cumplir. Mirando atrás, no habían problemas. Mirando adelante, sí habían problemas.
Meditando qué había pasado, llegué a la siguiente conclusión:
P.D. Estoy considerando revisar mi respuesta rápida «Todo bien» a la pregunta rutinaria «¿Cómo estás?»