Una vez envié a un grupo de jóvenes a tomar un curso. A su regreso les pregunté por cómo les fue. Y me contaron que lo único que hizo el profe fue leer un libro y explicar un poco, leer otro tanto y explicar otro tanto, y así hasta terminar el castigo.
—¿Castigo! —repuse.
Por confianza que les tengo, di por cierta su explicación.
A mí también me pasó lo mismo, exactamente lo mismo, pero me fue toda una experiencia religiosa cada segundo transcurrido. Quizá, porque el profe que me enseñó era el autor del libro que usaba. Y, definitivamente, para que escribiera el libro, tuvo que estudiar seriamente el tema.
Así, pues, llegué a la siguiente mAxima…
¡He allí la diferencia entre profesor y maestro!
Pregunta: ¿Qué estás haciendo para ser un maestro en tu área de expertise?