Líderes de opinión

¿Has analizado la cantidad y calidad de tus opiniones? ¿Tienes idea de cómo llegaste a abrazarlas? Y más aún: ¿sabes si el Señor está llamándote a ser un generador de opinión?

Hoy, casi ningún profesional puede obviar la “opinión pública”. Antes de emprender algo, se somete a su juicio. Antes de innovar un producto o servicio, la consulta. ¡Y qué decir de lanzar o conservar un programa de televisión.

Pero, ¿quién determina el fondo y forma de la “opinión pública”?

Sobre las grandes y pequeñas cuestiones de la vida, cada uno tiene su opinión. Si tus oídos han escuchado repetidamente a los liberales, tu opinión es liberal. Si has crecido a los pies de ortodoxos, tu opinión es ortodoxa. Si el mayor tiempo de tu vida haz caminado con izquierdistas, tu opinión es de izquierda. Es decir, tú opinas de un modo, porque la voz de tu líder es de ese modo. ¿Te acuerdas del viejo refrán “dime con quién andas, y te diré quién eres”?. También podríamos decir “dime qué escuchas, y te diré lo que piensas”. Incluso: “dime qué lees, y te diré en qué te convertirás”.

Un pueblo no tiene una opinión formada, porque en la voz de su líder no halla un asidero sobre el cual aferrarse. Quizá porque desconfía, o porque no se identifica. El resultado, un pueblo confundido y desubicado, “desamparado y disperso como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9:36). En cambio, cuando tienen una opinión, construyen su tradición y cultura sobre ella. El resultado: una base para la siguiente generación.

Tener “una opinión” es tener una respuesta categórica frente a los temas de coyuntura, poco y muy importantes. Pueden ser de carácter político, de tinte social, de sabor ético, etc. Por ejemplo, como generación, qué opinamos sobre: homosexualidad, ocultismo, pornografía, etc.

Gary Tustin, un pastor de Pensylvania, USA, llama a cada tópico mencionado arriba: gigantes que derribar en este nuevo siglo. ¡Y no se equivoca! Nuestro pueblo está intimidado por el desafío que cada uno representa. Y la verdad es que si no aparece un David, nuestra generación terminará “sirviendo a los nuevos filisteos”. ¿Ahora, ¡quién podrá salvarnos!?

En esta verdadera guerra espiritual, nuestros comandos han sido despedazados en boca de estas opiniones. La mayoría han muerto en combate por pelear con palitos y no con “espada de dos filos”. Casi ninguno de nuestros soldados heridos ha vuelto a la batalla. Y los pocos ilesos, no quieren volver a hacer el ridículo. ¿Y David? ¡Viene en camino, trayendo el fiambre para sus hermanos!

Hace un par de décadas, el que menos opinaba que el sexo antes del matrimonio es inmoral. Hoy, esta opinión es obsoleta. ¿Cómo llegamos a opinar así? Sencillo. Poco a poco, nuestro pueblo fue escuchando a nuevos líderes de opinión. Por la radio, escucharon sus atractivos descubrimientos. Por la televisión, vieron sus interesantes demostraciones. Y en los periódicos y revistas, leyeron sus casi infalibles argumentos.

En estos últimos días, el Señor presionará a sus siervos a levantarse como líderes de opinión. Estos se levantarán y hablarán la “palabra de Dios” y los demás escucharán. Y debido al espíritu y sabiduría con que hablarán, decenas de miles escucharán “lo que Dios dice”.

En el próximo nuevo amanecer, seremos testigos de cómo “hombres de Dios” se pararán frente a los gigantes de opinión, y con “una palabra del cielo” los derribarán (el apóstol Pablo llama a esto: redargüir, 2 Timoteo 4:2, levantar un argumento para derribar otro argumento). ¡Y no serán anónimos! Hablarán a grandes audiencias. Escribirán a millares de lectores. ¡E influenciarán el pensamiento de millares! ¡Porque, escrito está, ¡la tierra será llena del conocimiento de Dios!

¡Ah! Estos nuevos líderes de opinión, comunicarán revelación y no meros pensamientos. Con premisas, por fuera, científicas; por dentro, bíblicas. Con argumentos, razonables. Con conclusiones, definitivas.
Cuando esto surja, nuestros pueblos creerán lo correcto. No solo serán prósperos, sino listos como para conocer la voluntad de Dios.

¿Estás listo para ir al frente de batalla?

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