1. Hay que edificar un edificio.
muro en ruínas y puertas destruídas (1:4)
(a) Los edificios influyen tu identidad interna.
(b) Los edificios influyen tu identidad exterior.
2. Hay que amar la obra de Dios.
cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego? (2:3).
(a) La obra de Dios es eterna.
(b) La obra nuestra es temporal (vanidad).
3. Hay que considerar la herencia.
el Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén (2:20).
(a) Una herencia que tomar.
(b) Una herencia que dejar.
4. Hay que estar siempre animados.
Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar (4:6).
(a) El ánimo via otros.
(b) El ánimo via uno mismo (autoanimados).
5. Hay que organizarnos en familias.
entonces puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos, por las partes bajas del lugar, detrás del muro y en los sitios abiertos (4:13).
(a) La iglesia es una familia.
(b) La iglesia es una familia con muchas familias (células).
6. Hay que pelear por los nuestros.
después miré, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas (4:14).
(a) Alguien que pelee por mí (paternidad).
(b) Alguien que pelee a mi lado (entrenamiento).
7. Hay que obrar y vigiliar simultáneamente.
los que edificaban en el muro, los que acarreaban y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra y con la otra sostenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a la cintura, y así edificaban (4:17-18). Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse (4:23).
(a) La comodidad de la obra sin vigilancia.
(b) La mediocridad de la vigilancia sin obras.
8. Hay que escuchar la trompeta.
pues yo había dicho a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos los unos de los otros. En el lugar donde oigáis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros (4:19-20).
(a) La trompeta (conexión) del Espíritu Santo (19 maneras).
(b) La trompeta (conexión) del liderazgo.
9. Hay que saber a quién escuchar.
también acuérdate de la profetisa Noadías y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo! (6:14).
(a) Los falsos profetas infunden miedo por tu destino.
(b) Los verdaderos profetas infunden ánimo por tu destino.
Conclusiones:
Tenemos el privilegio de colaborar con Dios en su plan de “edificar su iglesia” en la tierra. Pero requerimos obrar con actitudes correctas, que también influyen en nuestra tarea de “edificar nuestra propia casa”.